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On septiembre 29, 2015

Harakiri Empresarial: La Planeación Estratégica también es Patrimonial

Recientemente se viene hablando de manera importante a través de diferentes medios, sobre una desaceleración económica del país. Es importante y a la vez responsable “coger con pinzas” estas aceveraciones. ¿En realidad Colombia está entrando en una crisis, o es el mundo entero?.

Particularmente me decanto por lo segundo, debido a que Colombia va a ser unos de los pocos países de Latinoamercia con crecimiento en el 2015. En este punto me pregunto: ¿Cuántas personas no viven de augurar crisis?. Es lo que llamamos comúnmente la especulación, o “chisme” en términos coloquiales. Traigo a la luz este tema, porque creo firmemente que no hemos entrado en una recesión económica, pero no sabemos qué tan lejos estamos de llegar a una situación similar a la de recordada década de los 90´s, donde el gran enemigo de los empresarios colombianos fue su propia estructura patrimonial.

En una ocasión tuve la oportunidad de reunirme con un empresario muy exitoso, Don Yoishiro Akebono dueño de Tomodachi Ltda., quien me contaba su experiencia en la terrible crisis del país hace unos años, donde perdió gran porción de su patrimonio personal. Repito: “Su patrimonio personal”. Al profundizar un poco más en esta historia, me contó que decidió poner los bienes de su familia a nombre de la compañía (lo cual he visto en más de una empresa), para tener acceso a una serie de beneficios tributarios. A primera vista, parece ser una idea bastante lúcida, pero en el momento en que Tomodachi Ltda. entro en ley 1116, los bancos fueron por lo suyo, entre estos los activos de la familia. Repito: «Los activos de la familia”.

No quiero imaginarme la cara de este empresario cuando perdió su casa, y otra serie de activos personales. Todo lo anterior es consecuencia de pensar en el lucro a corto plazo, desconociendo las consecuencias a futuro para los demás accionistas, exponiendo el patrimonio personal como la vivienda, vehículos, finanzas personales, prendas sobre bienes con alto valor afectivo para la familia, predios rurales no operacionales, bienes muebles del hogar, y demás.

En vista de esta situación, y al aplicar el aforismo de no colocar todos los huevos en la misma canasta, muchos empresarios asumen un compromiso patrimonial extremo, con un excesivo nivel de riesgo, generado por un fenómeno de confusión entre patrimonio de la empresa y patrimonio de la familia. Conozco empresas ya fortalecidas, que mantienen el esquema de concentración y únicamente reparan en las dificultades cuando llegan épocas de crisis patrimoniales o personales. Y es sólo en este momento que son conscientes de la improvisación, y muchas veces negligencia, al no haber considerado con detenimiento las fortalezas y debilidades que entrañaba el tipo de esquema patrimonial adoptado.

En este orden de ideas quiero que examinemos las eventualidades asumidas por el esquema de riesgo, y las consecuencias que de ello se derivan:

• El evento en el cual el patrimonio se encuentra en cabeza del fundador o del dirigente empresarial: Es el de mayor ocurrencia en las empresas, específicamente en las familias. En este caso, la suerte de la compañía se halla vinculada a la vida del fundador; de tal manera que ante su desaparición, se termina con un proceso sucesorio eventual que confunde las actividades personales y las empresariales, con el grave riesgo que supone tal escenario, en el cual los dos aspectos mencionados determinan el futuro de la empresa, sus activos, sus dueños, administradores y demás. En efecto, es usual escuchar frases como ‘mientras viva la empresa es mía y yo la controlo, y después que pase lo que sea, pues no estaré para verlo’. Es claro imaginar el esquema gerencial que este fenómeno comporta y los graves problemas que surgirán en el momento de la sucesión: la lucha de poderes trae consigo inestabilidad en la empresa y una muy eventual desaparición o cambio de propietarios.

•El evento en el cual el patrimonio del fundador se encuentra en cabeza propia en concurso con su cónyuge e hijos: Piensan que de esta manera, protegen de cualquier amenaza a su descendencia y a quien eligió como compañera. Respecto de los hijos, reitero, que el simple hecho de ser descendiente del fundador, no es consecuencia necesaria para acceder de manera abierta a las participaciones de la empresa, pues habrá muchos de ellos que no deseen tener una participación activa, y otros a quienes no les interese lo relativo a la vida empresarial. Esta situación produce consecuencias funestas para la empresa, en el caso en que el interés de los titulares de las participaciones, no sea el desarrollo empresarial sino sólo la obtención de buenos dividendos, cuestión que podría llevar a una eventual descapitalización por abuso de las políticas de reparto de dividendos.

•El evento en el cual la totalidad del patrimonio o parte considerable de los bienes están en cabeza de los hijos: Ésta es una solución parcial para su descendencia porque quedarían protegidos patrimonialmente; para la empresa asegura la trascendencia en el tiempo de la compañía, e incluso para el empresario mismo, creyendo sinceramente que con este sistema se ahorrarán un desagradable proceso: la sucesión empresarial. Por tal razón depositan la propiedad de la empresa sea parcial o total, pero siempre mayoritaria, en cabeza de sus hijos. Así, en vez de evitarse problemas eventuales por no dejar todo claro antes de su partida, generan choques futuros entre hermanos por la propiedad, ante la ausencia del padre. Adicionalmente dicen por ahí, que los ancianatos de este país están llenos de empresarios con buenas intenciones de este tipo.

•El evento en el cual el patrimonio está en cabeza de una persona jurídica: Esta no es una alternativa que los empresarios con mucha ocurrencia aplican, sobre todo en la primera etapa de la Empresa. Estas formas jurídicas y sus características son indispensables a la hora de considerar la sucesión del patrimonio y optimización de impuestos, generando mayor estabilidad y un futuro empresarial consolidado.

Con base en lo anterior, podemos concluir que Don Yoishiro Akebono pecó al no realizar una Planeación Estratégica Patrimonial, construyendo vías que permitieran la sostenibilidad de su empresa, sobre todo cuando existe una alta dependencia económica de la misma, y que lastimosamente solo entendemos en tiempo de vacas flacas.

Señor empresario: Lo invito a reflexionar sobre su estructura patrimonial, y pensar que en época de crisis puede estar expuesto. Recuerde que “El capital no es un mal en sí mismo. El mal radica en su mal uso.”

DIEGO PARRA H.
diego.parra@grandespatrimonios.co

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